viernes, 24 de octubre de 2014

Cena en La máquina de Chamberí gracias al grupo La Máquina y Minube


Por fin llegó el gran día para poder disfrutar del premio gracias al Grupo La Máquina, Minube y la fotografía de Civitá di Bagnoregio que nos hizo poder degustar de una cena para dos en La Máquina de Chamberí.

En el fantástico barrio madrileño de Chamberí, se encuentra este local, donde poder comer o cenar e incluso picar algo en barra ya que hay mesas altas para poder pasar un rato distendido con amigos cuando sólo se quiere tomar algo. También disponen de una preciosa terraza que no pudimos disfrutar por haber alargado tanto la fecha para la cena. Una penita, aunque el comedor también resultó ser un lugar estupendo.

Con toques de decoración de estilo industrial pero muy acogedor gracias a la madera, se agradecen las sillas tan cómodas donde uno se siente como en casa y donde no importa que la velada o la sobremesa se alargue. La cocina vista también es un punto a favor, en un tiempo donde todos nos sentimos tan curiosos por saber cómo es el espacio de trabajo de los cocineros.

El menú degustación del premio era cerrado con la opción de elegir un segundo, además regado con un Marqués de Riscal Verdejo (D.O. Rueda) y un Campillo Crianza (D.O. Rioja). Cocina de mercado donde la prioridad es el producto, sin enmascarar, cocinado en su punto justo.





Para comenzar, tres platos para compartir. Una ensaladilla rusa como a mí me gusta, con los ingredientes picaditos. Unas coquinas a la plancha, muy ricas de sabor que me hicieron recordar las playas de Huelva. Y unas colas de cigala en tempura, más cercana al rebozado que solemos hacer en Madrid frente al japonés, pero donde el marisco predominaba que es de lo que se trataba.




Para el segundo pedimos la brocheta de rape y carabineros, servida en plato sin el palito lo cual suma puntos y acompañada de unas patatas panaderas. De nuevo el rape muy bien cocinado, nada seco, al igual que los carabineros. El entrecot fileteado a la plancha también muy rico, hecho al punto y acompañado de pimientos de piquillo y patatas fritas.





Para terminar quisimos probar los dos postres que entraban en el menú, un tocino de cielo espectacular, dulzón. Y un arroz con leche con caramelo por encima al modo de una crema catalana. Suave, diferente al que estamos acostumbrados con naranja y canela.



Como veis, una deliciosa cena recomendada para el tipo de público que le gusta disfrutar del producto sin florituras ni fusiones, donde los elementos se ven y donde además se agradece un servicio muy atento pero no agobiante, de esos que no tienes que estar pendiente de ellos sino que son ellos los que están pendientes de que no te falte nada aunque discretamente y sin interrumpir.

Os enseño la foto por la cual pudimos disfutar de la cena, esa maravillosa vista de uno de los pueblos más bonitos de Europa, Civitá di Bagnoregio. 



Y un detallito para acompañar el café.


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